La nuestra es una sociedad, aunque las apariencias puedan originar otra percepción, en la que existe una considerable parte sana en la que abundan personas e instituciones que hacen el bien sin mirar a quien, y que apoyan causas nobles sin pretender protagonismo ni pasar factura.
A propósito de un reportaje publicado ayer por este diario, cabe destacar entre esas instituciones a los patronatos y fundaciones integrados por personas generosas, que rehúyen expresamente la figuración pública y que no se afanan por ganar titulares.

Qué decir, por anotar solo unos ejemplos, de una respetable entidad como la Asociación Dominicana de Rehabilitación, o de la Liga Dominicana Contra el Cáncer y la Fundación Sur Futuro.
Además de, en otro ámbito, fundaciones como Finjus en cuanto a temas relacionados con las reformas institucionales del Estado y Funglode en el campo del debate de las ideas. Y dónde dejamos a Educa en el área educativa o a Hogares Crea en lo que respecta a la rehabilitación de adictos a las drogas.

Cada una de estas organizaciones, no solamente las que mencionamos sino todas en su conjunto, trabajan sobre un aspecto determinado de la realidad en el que su aporte se hace tan necesario que termina convirtiéndose, muchas veces, en imprescindible, por el conocimiento acabado que desarrollan sobre la situación que atacan.

Es un riesgo mencionar nombres porque se quedan fuera muchos otros con ganado prestigio, pero a donde queremos arribar es a que nos estamos acostumbrando a que lo que más trascienda sean los hechos negativos que rinden culto a la miseria humana y que dejan la sensación de que en República Dominicana no hay paradigmas y de que el ‘’pleito’’ por una sociedad mejor y más humana está perdido.

Rescatamos ese trabajo desinteresado, que sienta las bases sobre las que las generaciones futuras podrán edificar un mañana para todos, con una solidaridad asumida como un compromiso con los otros.

Es esa comunión de propósitos y de esfuerzo lo que nos acerca a un mundo donde la dignidad y el bienestar caminen de la mano.

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