Hay países y regiones donde resolver los problemas de la gente parece tan sencillo, con un alto sentido de imaginación, disposición y servicio, con el único interés de que las cosas salgan bien. Pensar y ver esas realidades es como un sueño, por momento resulta casi increíble.

Sí, porque aquí las realizaciones, las cosas, dan tantas luchas, que aún llevadas a cabo siguen generando problemas. Las decisiones no se toman con la calidad debida, con la seriedad y el rigor, llenando los requisitos que manda la ley, y especialmente, evitar el dispendio.

Son muchas las acciones que se han tomado con el penoso propósito de beneficiar a terceros, desentendiéndose de los intereses sociales en juego. Otras veces, buscando supuestos ahorros, se escogen soluciones en lugares imposibles.

En definitiva, se conjugan factores de diferente índole que hacen difícil obtener los mejores resultados.

Ha pasado con edificaciones para servicios sociales en lugares que honestamente nadie puede explicar con propiedad por qué fueron enclavadas ahí.

Se podrían citar casos singulares, escuelas en sitios imposibles, pese a disponibilidades magníficas en la más cercana vecindad. Pero había que complacer a alguien.

La construcción de la escuela y una cancha en la comunidad de Villa Verde, en Santo Domingo Oeste, en una zona de inundación, amerita una explicación. ¿Por qué tenían que levantarla ahí? ¿Hicieron los estudios de suelo? ¿Se tuvo en cuenta el impacto ambiental, si se adecuaba a la zona?

En el pasado hubo denuncias sobre terrenos dispuestos para escuelas que nunca debieron utilizarse. Se llegó al extremo hasta de comprar un bien sin el correspondiente título, lo que devino en una defraudación contra el Ministerio de Educación.

Todo cuanto ocurre debe servir para que el Estado definitivamente entienda que se administra para las personas, para la gente, y no para beneficiar a terceros.

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