Prevenir siempre será mejor que remediar. La prevención es tan importante que se considera que el valor de una persona previsora es doble.

Si la anticipación puede evitar pérdidas materiales y humanas, entonces es mucho mayor el valor de la prevención, pues cuando se trata de adelantarse a fenómenos previsibles, debería ser una especie de capítulo prioritario de la planificación. Para el caso específico de República Dominicana, los fenómenos naturales, especialmente vaguadas y tormentas en sus diferentes grados, ya son una amenaza constante. La frecuencia con que se originan esos fenómenos y su impacto en infraestructuras públicas, viviendas y plantaciones agrícolas ya son evidencias suficientes como para iniciar acciones preventivas de envergadura. Es necesario ir más allá de la creación de reservas presupuestarias para contingencias. Las tormentas que han incidido en el territorio dominicano a partir del último cuatrimestre del año pasado han trastornado principalmente la producción de dos renglones esenciales del sector agrícola: bananos y arroz. El primero es el cultivo más importante del país, en términos de generación de divisas, y el segundo es el componente de la dieta alimenticia mayoritaria de los dominicanos.

Las inundaciones que provocan las crecidas de los ríos Yaque del Norte y Yuna representan un peligro real para esos rubros líderes en el sector agropecuario dominicano. Las aguas de los huracanes Irma y María, este año, reprodujeron efectos de inundaciones que en el último cuatrimestre del 2016 también impactaron esos renglones.

Los volúmenes de lluvia caídos son cada vez mayores, imposibilitando a los obstruidos cauces de los ríos transportarla al mar. El desbordamiento de esos acuíferos provoca inundaciones cuya frecuencia y magnitud obligan a buscar fórmulas nuevas para el manejo, para el control de las aguas excedentes.
Según expertos consultados por elCaribe, la solución hay que buscarla interviniendo los ríos causantes de los desbordamientos. Y esas intervenciones significan construir presas para control de avenidas, que también representen infraestructuras para almacenar agua con fines de uso doméstico e irrigación. Esas presas serían, en el caso de las inundaciones basadas en el Yaque del Norte, las de Guayubín y Ámina, mientras que para el río Yuna la obra debe ser la de Alto Yuna, en Los Quemados, Bonao. Son obras costosas, claro. Pero los daños y pérdidas que cada año provocan las inundaciones son también cuantiosos.

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