La celebración del jueves de Corpus Christi forma parte de una larga tradición cristiana enraizada en la cultura religiosa de un pueblo de mayoría profundamente católica. Se trata de una conmemoración que arranca desde la llegada de los primeros misioneros que pisaron La Hispaniola.

En la prolongada relación que la iglesia católica ha establecido con la gente de esta tierra, ha habido siempre un marcado interés por conservar este tipo de manifestaciones que invitan al recogimiento, a la reflexión y a la calma, al punto de que también ha sido el propio Estado dominicano el que ha convertido esta fecha en un día no laborable, lo que se conoce en la actualidad como “un feriado cimarrón”, que las parroquias suelen emplear para congregar a los fieles en celebraciones eucarísticas.

Ya es el segundo jueves de Corpus Christi en pandemia, y encuentra al país sumido en nuevas restricciones a causa de un rebrote del COVID-19 que ha llegado a ser lo suficientemente alarmante como para llevar a las autoridades del Poder Ejecutivo a imponer un nuevo toque de queda en las demarcaciones donde se han disparado los casos, ya que el sistema de salud presenta altas cifras de ocupación de camas en cuidados intensivos.

Aunque las causas de este rebrote en el Gran Santo Domingo y en otras partes del país resultan explicables por la falsa sensación de seguridad que se ha instalado en la población, y pese a que hubo también un descuido en algunas instancias del Gobierno que debieron haber mantenido controles más estrictos, como evitar las aglomeraciones y los “teteos” generalizados, esperemos que el feriado sirva para que más gente se quede en su casa y para que haya menos circulación y afluencia a determinados lugares donde las personas se amontonan sin los debidos cuidados.

El llamado a la reflexión y a la calma, en el marco de una celebración religiosa que tiene una centenaria tradición en el pueblo dominicano, debe mantenerse con la firmeza que exige el momento que se vive.

Confiados en que finalmente la moderación se impondrá en los espíritus de la mayoría de los dominicanos, ojalá que esta conmemoración sirva para reflexionar y afrontar con serenidad este trance que a todos nos afecta.

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