La desnutrición aguda es un grave problema que afecta cada vez más a los niños, sobre todo a los que nacen en sectores vulnerables, hijos de madres solteras o de parejas que carecen de un empleo formal y reciben muy bajos ingresos.
Los datos que brinda la encuesta de hogares de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) y datos de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), indican que en República Dominicana los dos principales problemas nutricionales de los niños menores de cinco años son el sobrepeso y el retraso de crecimiento.
También señalan que siete de cada 100 niños sufrieron retraso en el crecimiento y ocho de cada 100 presentaron sobrepeso u obesidad. Asimismo, dos de cada 100 niños sufrieron de desnutrición aguda.
Que en pleno siglo XXI se presenten estos problemas debiera alarmar a las autoridades, pero también al resto de la sociedad, de ahí que Unicef lanzó recientemente su campaña solidaria: “Cada Vida Cuenta”, cuyo propósito es lograr 3,000 tratamientos adicionales para contrarrestar esta situación.
El problema es global, tanto así que, según un informe de la propia Unicef, hay más de ocho millones de niños en el mundo que están desnutridos, subalimentados o que pasan hambre, lo que afecta su crecimiento, su desarrollo neuronal y sus capacidades de aprendizaje y adaptación.
El programa de desnutrición aguda que implementa Unicef en todo el país a través de 10 organizaciones no lucrativas se ocupa de brindar alimento terapéutico a las embarazadas de sectores de escasos recursos, para combatir la malnutrición fetal y la desnutrición en las madres.
El problema de la desnutrición, como el aumento del sobrepeso y la obesidad infantil, debiera ser una preocupación prioritaria no solo de los que toman decisiones, sino de toda la sociedad en general, porque niños malnutridos serán adultos con escasas capacidades y bajo desarrollo intelectual, que no podrán integrarse plenamente al mercado laboral, y representarán un problema de salud pública y de integración social.
La campaña de Unicef apunta a demostrar que cada vida humana es valiosa, sea cual fuere el sector social donde haya sido engendrada, pero sobre todo si se trata de bebés nacidos en condición de pobreza.
Apoyar estas acciones, fomentar la solidaridad con los que menos tienen, es un llamado de conciencia que todos debiéramos escuchar y responder.