Desde que la humanidad puso el punto de mira en la persona mediante el enfoque antropocéntrico, toda hechura y derechura tienden a girar alrededor del ser viviente dotado de razón, o bien en beneficio de mujer u hombre, máxime cuando se trata de los grupos etarios, merecedores de protección especial o diferenciada. Así, verbigracia, suele ocurrir con la niñez, adolescencia, envejeciente, conglomerado femenino, gente discapacitada o minusválida, lo cual ha venido a dignificar en gran medida a cada uno de tales sectores poblacionales.

Pasando entonces a la instrucción académica, todo ente escolar siempre ha sido considerado como alumno, palabra que en etimología latina significa que se trata de una persona sin luz e ignara, cuya mente venía vacía, tal si fuere una hoja de papel en blanco, por cuanto a este sujeto cognoscente había que transmitirle información para que luego la reprodujere mediante memorización mecánica, lo cual era demostrativo de conocimiento.

De manera progresiva, las diversas corrientes de la psicología del aprendizaje han ido reivindicando en derecho a dicho ente escolar, en su rol de sujeto cognoscente, estudiante, discente, educando o ser epistémico, hasta el punto de llegar a reconocerle la función preponderante que ha de jugar como artesano, artífice, protagonista o actor estelar en el proceso de apropiación cognitiva mediante la construcción de un saber significativo y complejizado.

Así puede verse en perspectiva el enfoque actual de la formación universitaria basado en competencias, a través de autores militantes en semejante corriente pedagógica un tanto humanizante, entre ellos Jacques Tardif, François Lasnier y Philippe Perrenoud, cuyos aportes nos permiten precisar que el sujeto aprendiente abandona la pasividad cognoscitiva de antaño, mientras que el profesor deja de ser el otrora transmisor de información o contenidos didácticos mediante exposición magistral.

A la vista de cualquier observador independiente, el aprendizaje basado en competencias vino a poner en evidencia que se trata de un enfoque educativo de tipo ecléctico, tras comprobarse que reivindica aspectos del conductismo de Burrhus Skinner, pero hunde raíces en el psicologismo cognitivo en versión participante y de igual manera se apoya en el constructivismo desdoblado, prohijado en las mentes ilustres de Jean Piaget y Lev Vygotsky, cuyos aportes ínsitos en la pedagogía activa corrieron en paralelismo temporal.

En la esfera de la educación universitaria, la aproximación conceptual sobre competencia pudiera ser vista como preparación de capital o talento humano, capacitación de mano de obra cualificada o formación dotada de autonomía cognoscitiva, pero a juicio de los expertos connotados en esta materia cabe entenderse en forma más compleja como el conjunto de conocimientos, capacidades, habilidades, destrezas y actitudes que le permiten al sujeto aprendiz realizar una o varias funciones en un contexto situacional muy anejo con cualquier escenario profesional.

Tanto la enseñanza como el aprendizaje basado en competencias tienden a suscitar cambios notorios en las funciones inherentes a tales sujetos del proceso educativo, pues el profesor de expositor magistral, experto conferencista, investigador consumado o transmisor omnisciente de contenidos didácticos pasa a ser planificador o diseñador de actividades propiciatorias de aprendizajes, pero el estudiante logra superarse a sí mismo, dejando atrás el papel de mero receptor de información y queda convertido en agente participativo en la construcción de su propio saber.

En puridad, la educación universitaria basada en competencias muestra como virtud acrisolada que el sujeto aprendiz, en su primer peldaño, ha logrado investirse como profesional mediante formación inicial esmerada, dotada de dimensión integral, sistémica u holística, pero inmerso en la sociedad hodierna caracterizada por cambios disruptivos, resulta entonces que queda comprometido durante toda la vida con el autoaprendizaje continuo, en busca cada vez más de aquilatar el saber cuatripartito, tales como conceptualización teórica, actuación procedimental o práctica, conocimiento actitudinal y tratamiento intersubjetivo apropiado.

En suma total, puede verse que la formación académica basado en competencias, a todas luces constituye un enfoque que contemporiza con la actual sociedad, matizada por la sobreabundancia de contenidos informativos, donde suele prevalecer el conocimiento, por cuya razón el sujeto aprendiz para ir superándose a sí mismo, mostrando desempeño mínimo, promedio, máximo, óptimo o excelente, habrá entonces de cultivar las denominadas estrategias metacognitivas, consistentes en motivación intrínseca, extrínseca, interés inusitado, avidez catalizadora y estimulación permanente, en pro de lograr la autonomía cognoscitiva que necesita cualquier persona con miras a construir el perfil profesional idóneo.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas