¡Indignante! En un país donde cada día desaparecen más árboles que aparecen soluciones, ahora pretenden mutilar el Jardín Botánico Nacional, el último gran pulmón verde que le queda al Distrito Nacional. La denuncia hecha por la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) ha encendido todas las alarmas: se está gestando, desde las entrañas del Ministerio de Obras Públicas, a través de un promotor que actúa como testaferro de intereses oscuros, una propuesta tan absurda, obscena y ofensiva que solo puede calificarse como una traición al bien común.

¿Reducir el Jardín Botánico? ¡Jamás! Es una aberración que debería avergonzar a quienes la concibieron.

No se puede disfrazar de “progreso” un atentado ambiental, ni maquillar con estudios una destrucción anunciada. Aunque el Ministerio de Medio Ambiente ha dicho que solo se le ha solicitado un estudio de impacto ambiental y que no hay aprobación alguna, solo el hecho de que exista esa solicitud es una muestra del cinismo con el que se manejan los intereses de algunos sectores.

El Jardín Botánico es mucho más que un parque: es un santuario de biodiversidad, un espacio de encuentro familiar, un aula verde donde generaciones aprenden a amar y respetar la naturaleza. En una ciudad marcada por el cemento, la prisa y la escasez de áreas verdes, este oasis representa un acto de resistencia y esperanza. Este espacio, no es terreno para negociaciones turbias ni para satisfacer el apetito insaciable de cemento y asfalto. Es un refugio vital para la fauna, un espacio de respiro para las familias, un símbolo de equilibrio en medio del caos urbano.

Frente a esta amenaza, no cabe la indiferencia. La sociedad dominicana tiene que levantarse, denunciar, presionar, protestar. Desde los medios de comunicación hasta las redes sociales, desde los colegios hasta las universidades, desde cada parque hasta cada hogar: ¡tenemos que alzar la voz!

En síntesis, todos tenemos que unirnos a una sola voz, no podemos quedarnos callados e indiferentes, ante los atropellos que algunos sectores quieren cometer contra uno de los pulmones que tiene la capital. El Jardín Botánico no se vende, no se reduce, no se negocia. Es patrimonio de todos. Defenderlo es defender la vida misma. ¡No al saqueo disfrazado de desarrollo! ¡No al ecocidio por codicia! ¡Aquí hay un pueblo despierto, que no permitirá que le arrebaten su derecho a respirar! Defenderlo es defender la vida misma.

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