Si no han sido adaptadas al español, las palabras en otras lenguas, incluyendo el latín, se escriben en cursiva (o entre comillas si no se dispone de cursivas) y su pronunciación corresponde al idioma original.

Esta regla es aplicable a los nombres comunes en textos generales (affaire, ballet, blues, coaching, flash, hobby, impasse, lobby, mouse, pizza, software, windsurfing) y a las locuciones del latín y de otros idiomas (delirium tremens, déjà vu, mea culpa, modus operandi, mutatis mutandi, think tank, tutti frutti…), no así a los nombres propios (Albert Einstein, Cirque du Soleil, Embraer, Donald Trump, Kim Jong-un, Whastsapp).

Ejemplo de lo anterior son los siguientes fragmentos: «…se han filtrado selfies tomadas y difundidas vía Whatsapp», «Sin ese torcido diseño del statu quo, grandes intereses colapsarían» y «Euromobilia inaugura nuevo showroom en RD».«Los servicios de software al Hospital Oncológico cuestan 101 millones».

Por otra parte, no se escriben en letra cursiva los extranjerismos adaptados al español (alzhéimer, chárter, fólder, hachís, kimono, lord, perestroika, récord, sándwich, taichí, web, yihad, etc.), a los que se aplican las reglas de la ortografía española y su pronunciación corresponde a la forma escrita según esas reglas.

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