Igual que al niño, debemos comprender al anciano, su terquedad y sus hábitos invariables desde muy antaño: a las cinco en punto de la mañana se levanta malhumorado, arrepentido de haber despertado; a las doce en punto debe estar la comida, o hay pleito en la casa; la taza de café debe tener exactamente dos cucharadas de azúcar, y debe estar recién colado… ¡Cuidado quien contradiga sus sentencias sobre cualquier hecho! ¡Cuidado quien ose condenar el pasado, por erróneo que haya sido! (Debe comprenderse que ser anciano es igual a ser niño. Y hay que amarlos a ambos: a aquél porque es futuro y a éste porque es pasado.
Más contenido por Ramón Colombo

Sí, lo dijo Danilo…
Ramón Colombo |
25 marzo, 2023

El pueblo celebra
Ramón Colombo |
24 marzo, 2023

La sonrisa del Penco
Ramón Colombo |
23 marzo, 2023

Miguel Vargas… ¡Qué caso!
Ramón Colombo |
22 marzo, 2023

Faltan “Tiburón” y “Ballena”
Ramón Colombo |
21 marzo, 2023

Falta uno…
Ramón Colombo |
20 marzo, 2023