Cuando muere un político, muchos lo lamentan porque fueron suyos o presenciaron sus quehaceres… y todo sigue igual. Cuando muere un gran empresario, muchos siguen girando millones en salarios y ganancias… y todo sigue igual. Cuando muere un científico, queda su nombre en la herencia de su saber… y todo sigue igual. Pero muy grave cuando muere un artista, porque nos deja huérfanos de buena humanidad, aunque queda el recuerdo perenne de todo lo que hizo para engrandecer nuestros sueños. (Eso sucede con la muerte de Jorge Taveras, quien hizo todo lo posible para que en cada nota la música siempre nos diera placer y alegría).

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