No imagino a nuestra Patria como esa mujer alta, blanca, bien peinada y perfumada en exceso, que anda de boca en boca de los políticos cada 27 de febrero, sino como una muchacha cobriza, siempre renovada, sencilla en sus palabras; que no usa finos jabones, sino jabón de cuaba; que adorna su pelo con flores y pajaritos y cubre su armónico cuerpo con un vestidito de tela sencilla y multicolor; que no anda con una famosa arca de la abundancia, sino que estimula la conciencia de los hombres y mujeres que trabajan y luchan por un futuro compartido. (Es más, cuando escucho la canción “María del Carmen” así me la imagino…).

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