Obama demostró que, contrario al estúpido bloqueo, con el restablecimiento de las relaciones con Cuba, Estados Unidos tendría mejores posibilidades de incidir en sus procesos y acreditar una nueva imagen ante aquel pueblo de firmeza e inteligencia innegables. Pero lamentablemente la política internacional norteamericana no tiene solución de continuidad, y ya vimos un Trump pitecantrópico que impuso el retroceso, y ahora un Biden decrépito que reitera la inútil soberbia imperialista contra la Revolución Cubana, a pesar de un fracaso de más de sesenta años (del que obviamente en la Casa Blanca no han aprendido nada).

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