Cumplir 50 años ejerciendo la ingeniería, el derecho, la medicina, la economía, la administración, la química, el pilotaje o, en fin, cualquier otro oficio o profesión, es cosa de hacer invariablemente lo aprendido de lo que otros descubrieron antes. Pero hacer durante medio siglo la ironía fina, el humor improvisado, el histrionismo al vuelo, la ridiculización de lo solemne y la burla de lo falso…¡Eso es otra cosa! Y para ganar merecida gloria haciendo todo eso durante dos generaciones, hay que ser excelente artista y llamarse Cuquín Victoria (quien nos enseña que no es lo mismo hacer comiquerías que engrandecer el humorismo).

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