El Partido Revolucionario Moderno (eso de “Moderno”, para empezar, no define ideológicamente nada) es un caso único en nuestra historia (cargada de voces altisonantes y liderazgos máximos de todos los colores), pues carece de un líder que hable por todos los “modernistas”; su dirección es una simple administración de lo que tiene y no tiene; no hay debate interno, y mucho menos externo; no tiene presencia nacional (como el viejo PRD, en todo lugar, cuando menos con un Comité de Base), y carece de una plataforma ideológica que proponga algo más allá de lo que hace Luis Abinader. (Por tanto, se dice que es “partido” por decir algo).

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