Por lo que vimos en Santiago, es fácil acabar con la delincuencia mayor, que con cada una de sus victimaciones altera la paz en todo el país, sólo demanda que el presidente de la República ponga a trabajar (en la calle, no en sus cómodos cuarteles) a los 80 mil soldados y policías (sí, 80 mil en total) que tiene este paisito de 48 mil kilómetros cuadrados y diez milloncitos y pico de habitantes. Patrullar y patrullar y atrapar a los delincuentes apandillados en sus escondrijos es todo lo que hay que hacer cada día… (Y, para lo demás, quizás le convenga a Luis asesorarse con su colega Bukele, que tiene los juegos bien pesados).

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