México, D. F., abril de 1970. Lo recuerdo con su voz suave, sin imprecaciones, sin discursos altisonantes ni parrafadas retóricas sobre los grandes padres del marxismo-leninismo, que él sostenía sin flaquezas. Lo recuerdo con su autenticidad de obrero, aunque sin autoelogios clasistas. Lo recuerdo tan conquistador de amistad, que hasta el oficial de la Seguridad Federal de México que lo vigilaba y protegía siempre lo recordaría como un buen amigo generoso… (Sí. Recuerdo a Maximiliano Gómez, el Moreno, 51 años después de su partida, como un ser humano verdaderamente excepcional en la Izquierda dominicana).

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