Muy niñito, les hice una cartita pidiéndoles una bicicleta… pero lo que me dejaron debajo de la cama fue una pelota. Cuando empezaba a perder la inocencia les pedí que me pusieran una muñeca se carne y hueso… pero me dejaron unos patines. Ya en plena adolescencia temprana les requerí que me trajeran un caballo de verdad… y me dejaron un perro de mentira. A los quince años deseé que me regalaran una revolución socialista… y lo que trajeron fueron farsas electorales y generaciones de políticos bandidos… Es por esto últimos que he dejado de creer en Melchor, Gaspar y Baltasar (que no dudo ya estén haciendo campaña para el 24).

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