Poner a disposición del resto del mundo dos aeropuertos y un helipuerto, para recibir a extranjeros bajo inminente peligro en Haití y servir de plataforma al envío de todo tipo de ayuda material para su triste pueblo, es lo menos que puede aportar la República Dominicana en pro de la indispensable paz en esta isla. Esta buena decisión del presidente Abinader merece ser apoyada por lo que representa: la reiteración de nuestra voluntad solidaria con un pueblo que siempre ha recibido nuestra ayuda en sus episodios más tristes… (Lo que siempre hemos sabido imponer al odio irracional y a la indiferencia).

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