La beso. Le digo mis palabras más tiernas… (Y ella me niega el consumir solo apoyado en su dulce alma)… Entonces, la estrello contra el suelo. La estrujo entre mis dedos. Le digo mis peores palabras… (Y ella permanece como un robot de plástico, sin sensibilidad humana)…No comprende que en todo fin de semana largo necesito solventar con ella mis caprichos consumistas, para no entregarme a otra que me endeude… Y es por eso que hoy temprano le pido a algún hacedor de milagros bancarios que le aconseje a mi tarjeta de débito no negarme su cariño durante este puente parrandero, aunque mi cuenta no tenga fondos suficientes…(¡Y ya veremos después!).

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