Dudo que en toda la historia política humana una pareja matrimonial haya competido por el poder, cada quien por su lado; es decir, que marido y mujer sean adversarios en su propio partido; es decir, que vivan, como “pareja” (aquí valen las comillas), en contradicción política; es decir, que busquen disminuir como sea el arrastre del otro; es decir, que no tengan un propósito político común. Y hay que preguntar, entre risa y risa: ¿De qué hablan en la sobremesa? ¿De qué hablan al resumir cada día lo vivido? ¿Qué pensarán sus hijos? En verdad es una comiquería lo de Leonel y Margarita (que en este caso no es “de” Fernández).

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