Tras asumir la disparatosa y antipopular decisión de dividir a Santiago en dos municipios, nuestros geniales legisladores deben resolver algunos problemitas: ¿Qué harán con los Treinta Caballeros? ¿Los dividirán, quince y quince para cada uno? ¿O, por la equidad de géneros, nombrarán el nuevo municipio, que carece de gracia, como el Santiago de las Treinta Damas? ¿Cómo resolver lo de los gentilicios? ¿Los del viejo Santiago que sigan siendo santiagueros y los del nuevo que sean “santiaguinos”? Última pregunta: ¿Se salvarán los legisladores santiagueros de que sus viejos paisanos los cuelguen del Monumento?

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