Es lamentable esperar a que ocurran tragedias que nos dejan sin aliento, y observar desconocimiento en tanta gente, falta de educación ciudadana, de civismo, irrespeto a las leyes, al deber, algo que realmente espanta y cada día es peor.

El fin de semana pasado vivimos nuevamente momentos angustiantes y fuimos testigos de imágenes dantescas provocadas por la furia de la naturaleza y el descuido e irresponsabilidad de los ciudadanos y de políticos.

En nuestros infortunios gastamos tiempo buscando culpables y es el propio hombre el culpable de todos los males, por ser el depredador número uno del planeta, el que infringe sus propias leyes y a aquellos que están para vigilar que estas se cumplan les importa un pepino. Así es como vivimos.

El tema vial ha sido un dolor de cabeza por la falta de un programa de reordenamiento que implique y aplique régimen de consecuencias, en este caso específico, a quienes construyen infraestructuras viales y edificaciones para viviendas.

Para nadie es secreto que, en este país, tanto las constructoras privadas, como el gobierno a través de empresas contratistas, violan permanentemente los códigos y estándares de calidad establecidos en las leyes y las videncias están ahí, a la vista de todos, en las edificaciones escolares, de apartamentos, oficinas públicas, entre otras.

El sector de la construcción, uno de los más prósperos de las últimas décadas, nunca ha tenido límites que valgan para realizar proyectos inmobiliarios en lugares inapropiados y no solo eso, sino que muchos son entregados a sus compradores o adquirientes plagados de vicios de construcción.

En cualquier hueco donde habitaba una casa de pocos metros, empresas se atreven a levantar altas torres y como no les alcanza el terreno para tantas viviendas y parqueos, terminan robándose las esquinas y parte de las aceras.

Y la pregunta que me hago es: dónde están o estaban las autoridades de Obras Públicas y de Edificaciones que no pararon construcciones que violan francamente la ley y que rompen esquemas en detrimento de nuestra ciudad, situación que propicia, además, la ocurrencia de accidentes.

Es muy común la denuncia de debilidades en este sector, tanto oficial como privada por parte de compradores que, en muchos casos, pecan de inocentes y caen en la boca del lobo.

El descontrol de este sector, la falta de planeamiento urbano, entre otros elementos, están convirtiendo la ciudad en un verdadero atasco.

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