La tan esperada rendición de cuentas, a juzgar por las reacciones, no llenó las expectativas que probablemente se tenían sobre ella en la esfera oficial. Fue excesivamente extensa y fuera de un largo relato de obras realizadas, en construcción o por iniciarse, no trajo esperanzas a amplios sectores de población disgustados por el alza del costo de la vida, la inseguridad ciudadana y el aumento de la inmigración ilegal, que es, sin duda, la queja más fuerte contra el Gobierno.

El llamamiento presidencial a un gran pacto nacional, que eche a un lado las diferencias políticas en aras de un compromiso colectivo sobre el tema más sensible que no es otro que el de la soberanía nacional, difícilmente encuentre eco en los principales partidos de oposición, lo cual implicaría un revés político para el presidente. Proponer ese acuerdo, al final de un extenso discurso lleno de quejas y referencias críticas contra la oposición, fue desde el momento mismo del anuncio una iniciativa sin futuro.

Se esperaba que el presidente desistiera del proyecto sobre trata y migración que él mismo retirara “temporalmente” del Congreso ante la avalancha de críticas que generó y anunciara su retiro definitivo, lo cual habría dado margen a un espacio de discusión, hoy inexistente.

El presidente perdió así una última oportunidad de aprovechar tan magna ocasión para mejorar su imagen pública. Su próxima rendición de cuentas tendrá lugar días después de las elecciones municipales del año próximo, cuyos resultados definirán las del Congreso y del Poder Ejecutivo tres meses después, el tercer domingo de mayo. Pudiera ser entonces que febrero del 2024 le quite todo sentido a lo que pueda decir en su cuarta rendición de cuentas.

Su propuesta sobre un pacto imposible en el ambiente actual, dará a sus adversarios, como expresa el viejo dicho, mucha tela por donde cortar.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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