Apropósito de la discusión de si Caamaño Deñó se rindió y fue ejecutado o murió en combate, vale la pena preguntarse a qué realmente vino. Lo cierto es que los cubanos trataron de convencerlo que desistiera de su intento de establecer un foco guerrillero, porque no existían condiciones para lograrlo, según su primo y compañero de la expedición de Caracoles, Claudio Caamaño Grullón.

En dos entrevistas realizadas en mi oficina, una de las cuales tuvo lugar el lunes 15 de marzo del 2010, Caamaño Grullón me dijo que los cubanos entendían que una expedición que se haría con 32 personas, de las cuales sólo quedaron nueve, no llegaría muy lejos.

Con ese aparente propósito un día, aseguró, Francis Caamaño fue visitado por el comandante Piñeiro produciéndose entre ambos una agria discusión, llegándole a decirle el primero al segundo “charlatán”. Piñeiro fue a informarle a Fidel Castro de la reunión y ese mismo día le informaron a Caamaño que el oficial cubano había sufrido un percance cardíaco. Piñeiro y Caamaño no volvieron a reunirse, me dijo en ambas entrevistas Caamaño Grullón.

Años después, Fidel Castro recibió a Claudio Caamaño en La Habana. La reunión duró cuatro horas, en la que Castro le aseguró que habían tratado por varios medios de convencer indirectamente a Caamaño de la inutilidad de la gesta.

“No podía decirle directamente a Caamaño que no tenía posibilidades si yo, con menos gente había hecho una revolución”, le habría dicho Fidel Castro, según me asegurara Claudio Caamaño en nuestras dos entrevistas, realizadas con un año de diferencia entre una y otra.

“Los cubanos estaban convencidos de que las posibilidades de éxito de Francis eran prácticamente nulas”, dijo. “Y trataron por varios medios de convencerlo de que su aventura no tendría posibilidad de éxito, debido a que las circunstancias políticas habían cambiado desde el triunfo de la revolución cubana”.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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