Alas tensiones generadas con la invasión no provocada de Rusia a Ucrania, se ha unido ahora un peligroso enfriamiento de las relaciones sino-estadounidenses. La causa ha sido la visita oficial a Taipei de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, para “reforzar”, según la explicación oficial de Washington, el compromiso norteamericano con la democracia y los derechos de la República de Taiwán, objetada por China.

Si bien no existe por el momento un choque en el ámbito militar, el endurecimiento de esas fricciones puede conducir a un estado de tensión que haga inevitable la guerra. Los efectos de esta confrontación diplomática se observan ya en los mercados, en momentos en que el desbloqueo por los rusos de las aguas del Mar Negro ha permitido la salida de Ucrania de importantes cargamentos de alimentos que ayudarán a evitar hambrunas y alzas y escasez de productos básicos a nivel mundial.

A pesar de los reclamos de soberanía china sobre Taiwán, una sabia inteligencia diplomática ha logrado con los años alejar la guerra de esa parte del mundo. Y la situación creada con la objetada visita de Pelosi pone en peligro la permanencia de un acuerdo que ha garantizado la paz y el estatus quo en la región. Me refiero al llamado acuerdo de las “tres negaciones”, basados en los principios de no unificación, no independencia y no uso de las armas, como solución de los conflictos.

La no unificación, constituye de hecho un compromiso chino de respetar a Taiwán, la no independencia un compromiso taiwanés de aceptar la soberanía china sobre la isla y el no uso de las armas, la intención de las partes de dirimir sus diferencias por medios pacíficos. Si ese acuerdo se viene abajo, el resultado podría ser la guerra.

A despecho de cuán tensas han sido esas relaciones, lo cierto es que China ha aceptado la existencia de Taiwán, con su doctrina de una China y dos sistemas.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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