La próxima presencia de fuerzas militares africanas en territorio haitiano, auspiciada por las Naciones Unidas con la misión de pacificarlo, representará un gran reto para el nuestro y quién sabe si hasta una amenaza o un peligro para la integridad territorial del país.

El envío de esas fuerzas, a ser lideradas por Kenia, será el resultado de un insistente reclamo del presidente Luis Abinader. Kenia es un país de África Oriental con costas en el Océano Índico. Abarca más de 580 mil kilómetros cuadrados, 10 veces el tamaño de nuestra nación con una población superior cuatro veces a la nuestra. Su capital es Nairobi. África es una de las zonas más inestables del mundo y muchos de los países que la conforman están regidos por dictaduras militares caracterizadas por largas guerras tribales.

La presencia de esas tropas a ser integradas también, según se ha informado, por otras naciones del área de raza negra, tendría el propósito de desmontar el control de las bandas de narcotraficantes y contrabandistas que tienen casi el control absoluto de Haití. Las confrontaciones esperadas promoverán seguramente un incremento de la inmigración ilegal hacia esta parte de la isla, y agravarán el problema migratorio, lo cual aceleraría el proceso cada vez más intenso de haitianización del país.

La debilidad de los controles fronterizos y los compromisos contraídos por el país como resultado del reclamo insistente del Gobierno nacional a favor de una intervención militar para sofocar el caos vecino, generará situaciones impredecibles.

Se estima que al ritmo actual, la inmigración ilegal, la falta de control en la frontera y la corrupción que la favorece y promueve, podría igualar la población haitiana a la nuestra en tres décadas a lo sumo, con graves consecuencias políticas, económicas y sociales. Sería el imperdonable legado de la administración actual, muy difícil ya de revertir.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas