La injusta distribución del ingreso se acentúa a medida que la economía crece debido a la ejecución por los gobiernos de políticas que no toman en cuenta las realidades nacionales ni el sufrimiento de la gente.
El concepto de modernidad vigente no plantea cambio alguno en esa situación. Se construyen líneas de un metro mientras las calles llenas de baches se tornan intransitables. Se habla de superar la brecha digital mientras las escuelas se caen a pedazos y cientos de planteles carecen de butacas, pizarrones y tizas, y se suspende virtualmente el desayuno escolar y la tanda extendida. Seguimos lejos de los objetivos del milenio.

El exceso de población, sin duda uno de los más graves problemas actuales, adquiere singular dramatismo en los países en desarrollo como República Dominicana. Cientos de miles de seres humanos subsisten en condiciones extremas de pobreza e indigencia. Las desigualdades sociales se muestran más patéticas y las necesidades más perentorias.

Y paradójicamente los problemas demográficos y de escasez de alimentos no figuran en las listas de nuestras prioridades, lo que es una cruda y patética realidad. En las áreas más densamente pobladas, este desequilibrio reviste características alarmantes, por lo que están a expensas de una explosión social a menos que se adopten medidas correctivas serias y efectivas. No puede pasarse por alto un hecho: a las tasas actuales de crecimiento demográfico, la población mundial crecerá hasta superar los siete mil millones de personas en pocos años. Y eso planteará una posible crisis de abastecimiento de alimentos.

Esto requiere una inversión masiva en el sector agrícola, tanto a nivel nacional como a nivel mundial, a fin de mejorar la productividad al través del adelanto tecnológico. ¿Estamos en República Dominicana conscientes de ese desafío?

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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