Los interminables amores de políticos locales con el castrismo y el chavismo recuerdan la humillante sumisión con que aquí se adoró a Trujillo. Y nada de extrañar eso tiene por cuanto, guardando los matices ideológicos entre uno y otro, en el fondo ambos, tanto Castro como Chávez y sus herederos, gobernaron y gobiernan como auténticos tiranos.

La diferencia la marca el tiempo. Mientras Trujillo sólo pudo mantenerse por 31 años, el chavismo va por idéntico camino y la tiranía cubana lleva ya 65, con lo cual se han convertido en las más longevas y anacrónicas de los tiempos modernos en el continente. Ambos, Trujillo y Castro, delegaron el puesto en sus hermanos, aunque nadie en sus cabales se creyera el cuento. Mucho del castrismo existente en el país, y no lo digo sólo por aquellos que le sirvieron a Trujillo y todavía en la vida pública, no es más que nostalgia por los días de mano dura del “jefe” y su perversa cuadrilla de calieses y aduladores.

Cuando se escuchaba a los Silvio Rodríguez y a los Pablo Milanés dedicando loas al hombre que los gobernó por medio siglo, ofreciendo sus vidas por la salud de Castro en cada cumpleaños, forzosamente nos llegan los recuerdos de las extravagancias con que el tirano dominicano obligó a sus colaboradores a la más deprimente sumisión. Y es que, como escribiera Oscar Wilde, “es más fácil esclavizar el alma de un hombre libre que liberar la de un esclavo”,

Lo cierto es que muchos que ejercen la libertad en este sistema al que tanto combaten, saben que no podrían hacer igual en Cuba. Que sus críticas severas a presidentes electos democráticamente, no podrían formularse jamás contra Castro y su revolución, e igual contra Maduro.. el sucesor de Chávez. Lo que no se entiende es que funcionarios de regímenes democráticos como los que hemos tenido compartan sus amores con un tirano viejo y cansado como Castro y el infierno que le dejó al morir a su país.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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