Un compromiso pendiente

Por años he escuchado a dirigentes políticos pontificar respecto a que los problemas nacionales son de tal envergadura que se precisa de una acción conjunta de todas las fuerzas políticas y sociales para encararlos.

Por años he escuchado a dirigentes políticos pontificar respecto a que los problemas nacionales son de tal envergadura que se precisa de una acción conjunta de todas las fuerzas políticas y sociales para encararlos. Pero de ahí a los hechos ha mediado, como se dice, un largo e interminable trecho.

Las rivalidades partidistas se anteponen a ese enorme compromiso nacional, siempre pendiente. Usualmente, los partidos se hacen la ilusión de que el fracaso de una administración les favorece y les allana el camino al poder. En ciertas circunstancias esa percepción es errónea y denota una escasa visión de futuro. Los tropiezos de un gobierno, cuando es legítimo, son de todo el país. Y si la oposición llegara a beneficiarse de ello, le tocaría un fardo de problemas como herencia.

La nación tiene ante sí grandes retos, tal vez como pocas veces en el pasado. Y para alcanzar la mayoría de ellos se impone un compromiso nacional. Muchos de nuestros fracasos, lo que en cierta medida explica el atraso del que nos hablaba frecuentemente el profesor Juan Bosch, se derivan de la resistencia de los grupos de oposición a colaborar con la agenda del gobierno en aquellos temas que son prioridades nacionales, y, por el otro lado, de la prepotencia de funcionarios que creen que se bastan por sí solos.

Muchas de las fallas de esos programas, que los dominicanos pagamos después con un alto precio, se han debido a la falta de respaldo político a planes funcionales en la esfera oficial y a la miopía histórica de gobiernos respecto al valor del rol de la oposición. Sólo un ambiente de respeto mutuo hará que un día gobierno y oposición se pongan de acuerdo para adelantar aquellos proyectos con los que usualmente están de acuerdo. En una democracia el valor de la oposición puede ser tan importante como la del gobierno. Las elecciones del 2020 brindan otra oportunidad para encarar ese gran desafío.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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