El periódico La Nación elogió la previsión de Bosch de proteger de la ira popular a la embajada haitiana en Santo Domingo. En un editorial de su edición del 30 de abril, concluía: “Afortunadamente la previsión del Presidente Bosch al ordenar la protección de la embajada haitiana impidió que se cometieran hechos que no hubieran conducido más que a agravar el diferendo dominico-haitiano, y de ellos debemos sentirnos todos plenamente satisfechos”. El apoyo a la postura oficial provenía de todas partes, de la Asociación de Industrias, usualmente desafecta a la política gubernamental; del Senado, que en sesión extraordinaria del día 29 de abril, aprobaba una resolución de respaldo “de manera decidida y definitiva” a la conducta del Gobierno frente al “régimen despótico y autocrático” de Haití. El Senado pedía a los organismos internacionales “una rápida y justa decisión que satisfaga las aspiraciones del pueblo dominicano”.

La posición enérgica de Bosch conseguía apoyo internacional. El influyente diario norteamericano The Washington Post, al analizar su discurso, sostenía que el Presidente Duvalier “ha convertido su patria en un infierno para su propio pueblo; un delincuente en la familia de las naciones y una fuente peligrosa de inseguridad en el área del Caribe”.
Bosch parecía estar ganándole la batalla de opinión pública a Duvalier. La apreciación se fortalecía con un amplio despacho de The New York Times fechado en Washington el 29 que decía: “Los Estados Unidos han estado deseando por algún tiempo la caía de la dictadura de Duvalier en Haití y quizás hayan encontrado un aliento con la crisis del Caribe de fin de semana”.

Hubo un agrio intercambio de notas entre las cancillerías de los dos países que acentuó el ambiente de tensión y agresividad entre las partes. El ministro Chalmers remitió al canciller Freites una exposición redactada en términos inusualmente fuertes, en respuesta a la nota de éste.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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