Pedro se levantó a tientas antes de que sonara el reloj, en la oscuridad sabe dónde queda todo en su habitación, tampoco es que fueran tantas cosas: un abanico, una mesa de apoyo, un gavetero con su espejo comprado de medio uso y la estrecha cama que comparte con su esposa. No quiere despertarla porque pronto tendrá que levantarse a preparar a los muchachos para la escuela.
Se da una ducha rápida para que no se le haga tarde y así tomar el transporte público que lo lleve al trabajo, besa los niños que aún duermen como también los encontró al regresar la noche anterior. Ya tendrá ocasión de compensarlos el domingo, siempre que no surja algún trabajo en el fin de semana para conseguir unos pesos extras; después de todo, se afana por darle a su familia una mejor vida.
De camino, recoge en la cocina la cantina que su esposa le preparó, sabe que le espera un día intenso y rutinario pegando zippers. A veces le revienta el dolor de espalda por estar sentado todo el día, pero aguanta porque su sueldo es el que mantiene la casa y hay que extenderlo hasta el fin de mes.
A veces, para completar el presupuesto su pareja vende ropa que le manda una hermana de Nueva York, pero es difícil encontrar clientes cuando todos son tan pobres como ellos. En la fábrica trata de pasar desapercibido para no provocar al supervisor, que es un compañero al que ascendieron y es más implacable que el mismo dueño; entonces, obedientemente hace lo que le toca sin quejarse porque, con tantas bocas que alimentar, no puede darse el lujo de que lo despidan.
Acelera el paso para llegar a tiempo y no vayan a descontarle del salario por la tardanza. En sus prisas, no vio a un motorista que lo derribó al cruzar la calle -aun en penumbras- y perdió el conocimiento. Horas más tarde y ya avanzada la mañana, un puesto en la línea 15 permanece vacío, por lo que colocan a otro operario para poner los zippers porque la producción no puede detenerse; mientras, en la cama 21 del hospital yace inconsciente su ocupante, un hombre de mediana edad al que trajeron temprano y que nadie conoce.