Con este paso, hemos dado un salto de gigantes en la configuración del estado de bienestar que queremos dejar como legado a las nuevas generaciones”, con esas palabras el presidente Luis Abinader anunció con bombos y platillos la formalización del trabajo doméstico. Fue desde San Francisco en septiembre del pasado año.

Todavía hoy, transcurridos cuatro meses de la firma de la Resolución 14-2022 del Ministerio de Trabajo con medidas atinentes al cumplimiento del Convenio 189 de la OIT se ha avanzado poco.

Se dijo que unos 250 mil trabajadores de ese sector podrán ser regularizados, pero en el lapso desde su publicación hasta hoy no hay constancia de que se haya intervenido más de un solo contrato entre la doméstica y empleador.

Las trabas oficiales han impedido que se avance en ese propósito y es poco probable que lo dicho en palabras se vuelva realidad, pues dice el refrán popular, que del dicho al hecho, el trecho por recorrer es amplio, y en este caso, difícil.

Lo que ha pasado con la formalización del trabajo doméstico es una muestra de lo que popularmente se conoce como “mucha espuma y poco chocolate”. Pero no es el único caso, el lenguaje del gobierno del PRM tiene debilidad, casi devoción por los anuncios “como hechos históricos”.

Asuntos que antes eran parte de la rutina ahora adquieren dimensión histórica, como el crecimiento económico y hasta la llegada de turistas. Al inicio del Gobierno, se hizo otro anuncio que alcanzó la categoría de histórico, para entonces lo hizo la vocera de la Presidencia, Milagros Germán. Se trató del acuerdo con Haití.

No es que no se cumplan las formas y diligencias que deben hacerse aunque se sepa que no van para ningún lado, como un acuerdo con el vecino país. En qué cabeza cabe que un acuerdo con un Estado que en la práctica no existe, puede alcanzar dimensión histórica.

Pero también en el anuncio se le debe dar un tratamiento moderado, el que le toca, porque tanta exageración banaliza y hasta quita fuerza a la autoridad. En tiempos del marketing todo es posible y si les va bien así, bendito sea, y lo que está bien no se cambia.

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