Sorprendió que en las últimas semanas de diciembre del año que recién finalizó, el Senado de la República se precipitó y aprobó en dos lecturas consecutivas el proyecto de reforma a la Ley 15/19 del Régimen Electoral. Lo peor, es que no se tomaron en cuenta los trabajos de la JCE ni las discusiones sobre los cambios que propuso el CES.

El único cambio relevante para el sistema electoral fue la ocurrencia de quitarle autonomía a la JCE para, en cambio, darles mayor poder de incidencia, de la que ya tienen, a los partidos políticos.

Una de esas linduras es nada más y nada menos, que un 25% de los partidos puede obligar a la JCE a convocar una audiencia. De 29 partidos, solo 4 son mayoritarios; es decir que, según lo aprobado, si a esos partidos minoritarios que entre todos pasan del 5% de votación, se les ocurre fastidiar un proceso electoral, podrían lograrlo. Peor aún, los partidos podrían incidir en las delicadas áreas técnicas como la de Informática.

No hay lógica que pueda evitar pensar que esas decisiones del Senado son un ataque a la JCE y con eso, contra el éxito de las elecciones del 2024.

Hay que ver si la Cámara de Diputados enmienda semejante error, pues de lo contrario, hay que alertar a la población para que esté atenta, porque algo se “está cocinando” y no se sabe bien qué sería.
El dinero…

El golpe del Senado a la autonomía de la JCE no vino solo, está acompañado de otro tema que también genera preocupación, los recursos que necesita el órgano para montar las elecciones del 2024 y que no fueron asignados en el presupuesto de este año.

A la JCE la quieren hacer dependiente, en tiempos en que se alardea de independencia…

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