El PRM tiene su mayor reto político y electoral para el 2028. Por primera vez, la organización competirá por la Presidencia sin Luis Abinader en la boleta. El presidente de la República ha sido el único candidato que ha tenido ese partido desde que se fundó en 2014 y participó en tres procesos electorales con rotundo éxito.
Buscar la candidatura presidencial idónea para cada contexto electoral es un reto enorme para todos los partidos, en oposición o en el Gobierno. Cuando los partidos políticos tienen resuelto ese tema, lo demás se facilita. El éxito del PRM se debe a que Abinader siempre fue el candidato natural de la organización.
Al día de hoy no existe la figura natural para el relevo de Abinader. Esa variable, bien manejada, podría ser una virtud, en lugar de un problema. El PLD en 2011, cuando Leonel Fernández no podía reelegirse su candidato natural era Danilo Medina y una decisión en otra dirección provocaría una división segura, como pasó en 2019.
Sin embargo, en el PRM al no tener señalada aún esa figura, el resultado de las primarias de octubre de 2027 no tiene por qué convertirse en división, especialmente porque, hasta ahora, no se observa ese ánimo entre la dirigencia del partido oficial.
Las candidaturas nuevas tienen el reto del reconocimiento en el electorado, pero el avance de la tecnología y las redes sociales han resuelto ese obstáculo.
En caso de que el PRM logre salir unificado de las primarias de 2027, entonces la candidatura presidencial tendrá el reto de lidiar con el dilema de la continuidad del modelo de gobierno que, generalmente se agota en ocho años. El gran desafío de esa candidatura será distanciarse de Abinader, sin que se produzca una ruptura.
Algunos dirigentes del PRM han basado su estrategia en promoverse como muy cercanos a Abinader. La popularidad y aceptación del gobernante nadie la discute, pero no necesariamente eso implica una aprobación de su modelo de gobierno. La experiencia de Danilo Medina en 2012 fue distanciarse, pero sin dividir. “Continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho”.