No se entiende por qué el PRM, que tiene el control del poder, pues además del Ejecutivo controla las cámaras legislativas, no asignó a la JCE los recursos que necesita para el montaje de las elecciones del 2024. Aprobó el presupuesto y lo promulgó sin escuchar reclamos.

Eso solo solo complica el escenario para que a la JCE le llegue a tiempo el presupuesto suficiente para el enorme trabajo organizativo que tiene por delante en los próximos 18 meses.

El reclamo de la JCE que ha ganado apoyo de los partidos y la sociedad en sentido general, tiene todo el peso, no es reclamar por reclamar, es una necesidad. En el 2023, la JCE tiene la misión de organizar las elecciones de febrero del 2024 y las de mayo, además de los procesos internos de los partidos. Los servicios y equipos que se requieren para el montaje no es algo que se hace de un día para otro, se necesita tiempo porque los procesos administrativos son lentos.

Además organizar unas elecciones no es un invento, tiene un calendario de actividades que deben cumplirse al pie de la letra porque ese ciclo es el que garantiza el éxito del montaje de los comicios.

La JCE recibió poco más de 2 mil millones adicionales este año. Solicitó 18 mil millones y se le asignó una partida de 8 mil millones.

Las elecciones pasadas, incluidas las primarias, generaron un gasto de 9 mil millones de pesos. Si se compara con la inversión que se hizo en 2016, que fue de 5 mil millones, se llega a la conclusión que cada proceso duplica el costo.

Pero la inflación también impactará el costo del montaje de las elecciones. Es penoso que la JCE tenga que reclamar recursos para la organización de las elecciones, cuando se sabe que son necesarios, que deben aparecer en cantidad y en el momento adecuado, pues es la democracia la que está en juego.

Es cuestionable que la JCE tenga que mendigar los recursos que necesita para organizar las elecciones, pero sobre todo, el país no se merece que se genere un solo ruido en la JCE, el montaje de las elecciones después de los traumas del 2020.

El proceso electoral del 2024 debe ser el camino para empezar a construir la confianza perdida en la JCE. Los miembros han hecho su trabajo, pero solos no pueden.

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