El pasado fin de semana, la secretaria general del PRM y alcaldesa de la capital, Carolina Mejía, encabezó un acto de promoción de la reelección del presidente Luis Abinader. erg

Falta un año y siete meses para las elecciones presidenciales del 2024, mucho tiempo, demasiado, pero el escenario ya se definió. De hecho, con una anticipación que no había ocurrido antes, vista la historia electoral desde 1994.

Históricamente, los presidentes que se reeligen, todos los que lo han intentado lo han logrado con la excepción de Hipólito Mejía, han aplicado un librito distinto al que lleva el presidente Luis Abinader, o al menos de algunos dirigentes del PRM.

La estrategia ha sido extender la decisión hasta donde sea posible y, al parecer, cuanto más cerca de las elecciones, mejor.

Hasta ahora, de la boca del presidente Abinader no ha salido la confirmación de que se repostulará para el 2024, pero en los hechos enseña que sí.

Esa es la constante histórica, en palabras decir que no y en los hechos que sí. El problema para la reelección llega cuando se hacen actos como el del sábado en Santiago y otros que se han realizado antes.

Esa acción le sirve en bandeja de plata a la oposición que arranque la campaña electoral, y con ella se arrecian las críticas al gobierno.

Si hay dudas, se puede revisar el discurso de Leonel Fernández ayer en Bonao. En lo que lleva en su rol de oposición, no había emitido críticas tan fuertes y puntuales al gobierno del PRM. Ha sido el discurso más crítico del expresidente.

Se espera que lo propio haga Abel Martínez, que según dice su equipo, está aceitando la maquinaria para salir a jugar su papel y si quiere crecer para el 2024, tendrá que hacer oposición dura, pues compite por ese espacio con Leonel.

No parece conveniente para el ambiente electoral de una campaña que promete ser larga, que sea precisamente el partido de gobierno el que emita el grito de guerra para que arranque el proselitismo.

Los gobiernos con presidentes que se puedan reelegir, no necesitan eventos electorales, en lugar de hacerles bien, les hace mal. A los presidentes los reelige su buena gestión, en eso consiste una campaña reeleccionista. Pero los Mejía se han colocado al frente de la reelección y, al parecer, nadie los parará.

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