El diálogo entre el presidente Luis Abinader y los expresidentes Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía va, pero no en Palacio, será el Ministerio de Defensa. Se sabe de la relación armoniosa entre Leonel y Luis, han sido aliados y con el abrazo reciente, no hay dudas. También de la buena relación entre Hipólito y Danilo.

Hipólito y Leonel no se llevan bien, Mejía lo deja saber cada vez que puede. En el caso de Luis y Danilo, no se sabe cómo será en el fondo, porque Medina no es tan expresivo como Mejía, pero la desgracia llegó al PLD y Medina, en el gobierno de Abinader. Lo de Leonel y Danilo ya ha bajado la hostilidad y hasta de nueva alianza se habla.

Hasta el momento, Fernández ha manejado con maestría la nueva temporada del impacto de la crisis haitiana en el país.

Negarse a dialogar sobre un problema que preocupa a todos, no era opción, por tanto, lo asumió, pero condicionado. Ahora que el diálogo arrancó, Fernández debe cuidar todo lo que diga y decida, pues si las cosas siguen por el camino que llevan, el tema haitiano será de gran impacto electoral para el 2028.

El problema del Gobierno con su enfoque migratorio es que no aguanta la presión interna por la mano de obra haitiana y cada vez más afectados reclaman un plan de regularización. Hipólito ya dijo que apoya ese plan y Danilo manejará el tema a su conveniencia, pues para todo perdido algo ganado.

Regularizar haitianos no es un tema popular y el presidente Abinader decide en función de las encuestas. Por eso militarizó la frontera y cerró el comercio por la construcción del canal en el Masacre, a pesar del impacto económico negativo. Para entonces se comentó que subió siete puntos en las encuestas y que Leonel bajó siete. Es obvio que Abinader necesitaría respaldo para un plan de regularización, aunque el Gobierno ha dicho que no lo tiene en agenda.

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