Cuando el 1 de mayo del 2018 la República Dominicana anunció el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, los lazos entre nuestro país y los Estados Unidos se tensionaron de tal manera, que muchos creyeron que podían romperse. Para dar ese paso el Gobierno del expresidente Danilo Medina terminó las relaciones con Taiwán, un viejo aliado que dio un inmenso cariño al pueblo dominicano.
Pero Medina aplicó la vieja máxima de que “el amor y el interés se fueron al campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía”. Eso se deduce del comunicado de esa fecha al explicar que: “China tiene el sistema bancario con mayores depósitos del mundo, su población es el consumidor con una demanda más creciente de productos y su territorio es tanto el destino como el origen de algunas de las empresas más innovadoras del mundo, en terrenos que van desde la inteligencia artificial a las ciencias de la salud. Un Estado que por sí sólo representa el 20% de la población mundial, con más de 1,300 millones de habitantes”.

Naturalmente este anuncio incomodó al Gobierno de Estados Unidos, al asegurar “que el acuerdo de China con República Dominicana por el que el país caribeño rompió sus lazos diplomáticos con Taiwán, no contribuye a la estabilidad regional”.

Estados Unidos aprovechó para denunciar rupturas de relaciones diplomáticas de otras naciones con Taiwán, como una amenaza de China a la región.

Ese hecho “frisó” muchos proyectos de apoyo de EEUU a RD, durante el Gobierno del PLD. Ni hablar de aquella famosa llamada de Pompeo con el plan de reforma constitucional para la reelección de Medina.

Sin embargo, justo al cumplir 60 días de Gobierno de Abinader nos traen en “bandeja de plata” un primer brindis de dos mil millones de dólares para proyectos y otras iniciativas.
Los norteamericanos están en los suyo.

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