Cuenta la leyenda griega que un humilde labrador llamado Gordias se convirtió en soberano por lo que, en agradecimiento a su elección, ofreció a Zeus su única riqueza que era un carruaje anudado a una lanza y un yugo, tan fuertemente atados, que hacía prácticamente imposible separarlos, al punto de que quien lo lograse, conquistaría el Oriente. Años después, Alejandro Magno visita la ciudad y, como no pudo deshacer el intrincado nudo, blandió su espada y expresó su frase lapidaria “Es lo mismo cortarlo que desatarlo” con lo que eligió el camino más corto.
A partir de ahí, la expresión se ha constituido en un símbolo de encarar situaciones complejas de difícil solución que hacen necesario usar la creatividad e ingenio porque, en la medida en que se aprieta, es menos probable desenlazarlo o bien optar por la vía menos complicada y romperlo de un sablazo, en lugar de aplicar el conocimiento y la técnica para deshacerlo sin tener la necesidad de destruirlo. Esa es la representación de elegir entre resolver el problema de raíz, buscar su origen y desenterrarlo de cuajo o preferir, como el conquistador aquel, podar sus ramas, aunque siga creciendo y solo hayan sido ajustes superficiales.
El enfrentamiento a nudos gordianos los vemos en el caos del tránsito que pretende resolverse aplicando multas al más desprevenido y a los mismos de siempre, en lugar de educar a los conductores antes de que les toque circular en la vía pública y tengan licencia. También esta tendencia se aprecia cuando se agrava con el pago de los impuestos a los consabidos contribuyentes cumplidores, antes que buscar a los verdaderos evasores. Igual ocurre en la violencia de género que no se remedia con fuertes castigos al culpable que ya ha desgraciado una vida y va en camino de hacerlo con la propia, en vez de inculcarle desde pequeño que a la mujer se le respeta y que vino al mundo a través de una. Mientras se debate si los jueces son venales o si debieron aplicar con mayor rigor una condena, se olvida que ellos intervienen cuando el daño está hecho y que, al igual que los fiscales, solo reflejan un mal social que les precede. Entonces, les toca tratar de desenredar el nudo que provocaron otros, no siempre con los mejores resultados porque destruir siempre ha sido más fácil que construir.
¿Qué resulta más conveniente? ¿Desatar el nudo o cortar la soga? Si se rompe, se habrá resuelto temporalmente el inconveniente al separarlo de su origen, pero también es cierto que se le está reduciendo longitud y quizá ya no existirá ese nudo impertinente, pero tampoco habrá soga.