Pancho y Pepe nacieron y murieron con poco tiempo de diferencia. Sus partidas afligieron a la humanidad que lucha por lograr un mundo mejor, porque existe otra concentrada en la guerra y en la ambición. Ambos agigantaron el poema de Mario Benedetti “El sur también existe”, hecho canción por Juan Manuel Serrat.

Nuestros protagonistas se parecían en el fondo, aunque recurrieran a métodos distintos para cumplir sus propósitos. Pancho y Pepe, el primero célibe, eran afines en la forma de vivir, marcada por la defensa de los derechos humanos y de la dignidad de los más necesitados: Pancho por medio del Evangelio y Pepe a través de la política. Simbolizaron la sencillez que engrandece, la que se preocupa por lo esencial, ajena a lo superfluo, como enseñó Jesús.

Muchas de sus reflexiones armonizaban, en ellas me enfocaré, para reconocer y resaltar que en algunos temas sensibles no estaban de acuerdo y de esos estoy más a favor de Pancho. A cada uno en su dimensión, Dios los dotó del maravilloso don de influir para bien en los demás, y eso se materializa cuando las palabras y los hechos van de la mano. Veamos algunos ejemplos.

  • Pancho: “¡Cuánto daño nos hace la vida cómoda, el bienestar! El aburguesamiento del corazón nos paraliza. Algunas personas prefieren no informarse y viven su bienestar y su comodidad indiferentes al grito de dolor de la humanidad que sufre”. Pepe: “Inventamos una montaña de consumo superfluo, y hay que tirar y vivir comprando y tirando. Y lo que estamos gastando es tiempo de vida, porque cuando yo compro algo, o tú, no lo compras con plata, lo compras con el tiempo de vida que tuviste que gastar para tener esa plata”.
  • Pancho: “Jóvenes: Hagan lío, pero también ayuden a arreglar y a organizar el lío que hacen”. Pepe: “Si sos joven, tenés que saber esto: la vida se te escapa y se te va minuto a minuto y no puedes ir al supermercado y comprar vida, entonces lucha por vivirla, por darle contenido a la vida”.
  • Pancho: “Que toda familia cristiana sea un lugar privilegiado en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que debe comprender el error y poner remedio. ¡Es tan feo vivir en el rencor!”. Pepe: “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí una dura lección que me impuso la vida: que el odio termina estupidizando, porque nos hace perder objetividad frente a las cosas”.


Pancho y Pepe: Papa y político, cruz y rifle, parroquia y celda, Cortázar y Galeano, seguidor de Cristo y seguidor de Cristo a su modo.

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