Prestamos Pinceladas al jurista Emilio Aquino Jiménez, quien escribe sobre una realidad que nos golpea diariamente y que debemos resolver: El hecho acontecido en Boca Chica, donde una joven arquitecta recibió un disparo mortal de un miembro activo de la Policía Nacional, pone en la palestra nuevamente la inseguridad ciudadana que causa el hecho de mantener una institución del Estado sin objetivos concretos. Siendo que la creación de un órgano policial en cualquier Estado tiene como objetivo principal proteger la ciudadanía, es imposible lograr ese propósito con una institución creada para espiar, violentar y maltratar al ciudadano, como lo fue en sus orígenes la Policía Nacional dominicana.

Cada día nos vemos atrapados en noticias de tragedias familiares donde siempre hay de por medio miembros de la Policía Nacional. El hecho de que estén uniformados o vestidos de civil, no es un obstáculo para el ejercicio de la violencia de ese organismo. Esto se debe a que no hemos entendido que el origen de esa institución fue totalmente distinto a la finalidad que debe tener un cuerpo policial en un Estado democrático. Mientras no se logre entender que la Policía Nacional está viciada en su origen, será imposible para los ciudadanos creer en ese cuerpo grisáceo que enluta como su uniforme todos los días la familia dominicana.
En teoría la Policía Nacional tiene como finalidad “Preservar la vida, integridad física y moral de las personas. 2) Proteger y garantizar el libre ejercicio de los derechos y libertades de las personas, mediante el mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana. 3) Prevenir los crímenes y delitos, entre otros” de conformidad con el artículo 13 de su ley orgánica 590-16 del 15 de julio del año 2016.

En la práctica la Policía Nacional se ha convertido en la organización mafiosa más temida en la República Dominicana, de solo ver una patrulla policial, un policía pensionado o un miembro de ese órgano acercarse a tu vehículo, vivienda y negocio, para la ciudadanía es sinónimo de extorsión, violencia, muerte y destrucción de los derechos más elementales del ser humano.
En ese órgano hay hombres y mujeres de bien, sin embargo, ellos no son los que se visualizan, los malos le han ganado en cantidad y calidad.

Estas tragedias en las que están envueltos miembros de la Policía Nacional no son casuales, son los efectos de aquellas causas sin resolver. Por eso hemos estado insistiendo que solo cuando se aplican los correctivos y consecuencias a tiempo, podemos estar previniendo nuevos hechos fatales.

Pero no es sólo la Policía Nacional responsable de toda estas tragedias, ha sido la clase política nacional y, especialmente, el Ministerio Público, que no se ha preocupado históricamente por someter a los policías corruptos y violadores de los derechos humanos. Cuando nuestros actos no tienen las debidas consecuencias, la posibilidad de seguirlos cometiendo se acrecienta. No es el uniforme, es la formación de la Policía Nacional que está hecha para violentar los derechos de los ciudadanos.

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