Sin dudas, las decisiones del presidente Luis Abinader en los primeros quince meses de su gestión, han sido sorprendentes, porque ha mostrado un estilo que anhelaban los dominicanos hace tiempo.
Escuchar a la gente preocuparse por la estabilidad social, sembrar el campo para que haya comida, aspectos importantes de la educación, la salud y otros ejes del poder que llevan sello permanente, quizás no es lo más sobresaliente de su accionar como Presidente, porque la gente lo espera y reclama. Eso quedó evidenciado en la convocatoria a las fuerzas vivas del país y el respaldo obtenido.
Lo que le ha merecido el respaldo de la sociedad es, afortunadamente, el arrojo y convicción con que ha dado el frente al más grave de los problemas del país, que lo es el desorden migratorio, la abusiva ocupación haitiana y la falta de responsabilidad mostrada por años.
Cierto es, que las medidas tomadas han tenido repercusión en medio de la gran crisis social, política, económica y de respeto que se registra en ese país, más, devolver la comida, el combustible, los hospitales y las medicinas a los dominicanos, nos favorecerá en el corto plazo.
Controlar la expedición de visado a los haitianos, al igual que a otros extranjeros en su condición, permitir que los dominicanos puedan volver a usar sus hospitales, encontrar medicinas en las boticas y comida en los mercados y otros establecimientos, sino es una conquista, es un gran alivio. Ya estamos perdiendo hasta el derecho a hablar y reclamar.
Los haitianos han probado en todos los escenarios que quieren este territorio para depredarlo como el suyo, no agradecen el sacrificio de los dominicanos para ayudarlos en la mitigación de su extrema pobreza. Entonces no sé por qué debemo seguir sintiendo pena por ellos, mientras ellos procuran destruirnos.
Llegó el momento de volver a ser dominicanos y respaldar en estas decisiones al presidente Abinader, reconocer su valentía y comprensión del problema. La soberanía ante todo y al César lo del César.
