Importantes sectores del país estiman que procede poner un alto a la irregular inmigración haitiana y la única forma de lograrlo es garantizando la seguridad de la frontera o, al menos, poner un poco más difícil el actual libre acceso al país.
Como juego de niños, a veces con cierta protección corrupta, los vecinos entran y salen como Pedro por su casa, cosa que los dominicanos jamás pueden hacer, sin pagar las consecuencias, es decir, que ellos tienen licencia para cruzar cuando quieran, para para nosotros no es posible, porque ellos si tienen sus controles.

Ahora, cuando un nuevo Gobierno entra y quiere ponerle fin al desorden imperante por años y que le ha generado muchos recursos a quienes viven del negocio, del tráfico y la trata, sin que las autoridades se preocupen por resolver el problema, surgen nuevas voces contradictorias.

El muro en la frontera debe ser una realidad en el mediano o largo plazo, aunque cada dominicano tenga que aportar, en forma directa, para que la paz y la tranquilidad retornen al país y nuestras calles recobren el brillo perdido.

Desde hace tiempo se construye una Malla Perimetral que, aunque no ofrece la misma seguridad que un muro, es un paliativo, debido a que disminuye la entrada masiva en algunas áreas de la frontera, fuera de los cuatro puntos de control y con ello, se le quita un poco de peso a la carga que lleva el país.

La Malla Perimetral debe extenderse a los 120 kilómetros de frontera en el corto plazo y, a largo plazo se debe convertir en un verdadero muro, porque la inmigración debe ser controlada por ese lado frágil, que es nuestro Tendón de Aquiles.

Si las actuales autoridades quieren trabajar y poner un poco de orden en el territorio, debemos unirnos como dominicanos, dejando de lado el falso humanismo, para que los nuestros puedan reencontrarse y vivir en una sociedad pacífica, alegre y feliz. Manos a la obra. ¡Malla o Muro!

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