La conducta puede fingirse, pero no el carácter. Para fingir amor es necesario conocer el rechazo, para amar de verdad debemos conocer a Dios, quien nunca rechaza un corazón. Cuando el amor forja el carácter somos flexibles, pacientes y misericordiosos. Cuando el miedo lo hace, dejamos de ser libres para ser falsos, vulnerables para ser huidizos o rebeldes para ser intocables. Entonces sucede que las cosas que más deseamos, son las que decidimos fingir que no deseamos, pero es imposible fingir para siempre en todo, porque en su momento cada argumento se apreciará tal y como se concibió en el corazón, a cada postura le llegará su otoño y a cada sentimiento reprimido su detonante. Al fingir no solo puedes estar mostrando tu lado más oscuro sino un corazón desteñido.

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