El tiempo ya no nos domina, la fe sí. Es posible que sientas que no tienes tiempo, ni deseos de esperar, pero si tienes a Dios, tiene sentido reconocer que él está haciendo algo al respecto. Abraham le creyó a Dios esperanza contra esperanza, Dios le habló para darle un hijo que se multiplicaría en una gran descendencia. Mucho tiempo pasó antes de que él le hablara nuevamente; su carne se debilitó y sus fuerzas se agotaron, pero su esperanza estaba intacta, sabía que Dios tenía un plan para él. Dios nunca abandona sus propósitos. Esperanza es fortaleza, es perseverancia. Sepamos entonces que podemos quebrantar la desesperación, la impaciencia y aún resistir el cansancio. Esperar no es simplemente no desmayar, es estar firme de que lo que esperas Dios mismo lo traerá a ti.

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