Los ajustes divinos requieren tiempo, pero revelan demasiado, mientras la vida les da su lectura, cosas que parecían no encajar, encajan, piezas que nunca estuvieron, aparecen, gente que no “parecía”, perece y detalles que no percibíamos, resaltan. La justicia divina es tan escrupulosa como exacta, tan incisiva como puntual, no escatima ni omite. El hombre traga el camello y cuela el mosquito, pero Dios no tiene animales favoritos. Hace que el cielo y el mar se mezclen en el horizonte, que el sol se esconda en un eclipse o que estrella que siempre estuvo ahí se haga visible. Nada más justo que su tiempo, ni más claro que en su momento, y no existe sentencia más implacable que la de “una verdad a la que le ha llegado su hora”.

Posted in Rosas para el alma

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas