Alguien dijo una vez: “por no ceder no perdonas, por no perdonar no sanas y por no sanar no vives”… En un tiempo donde a la estatura del ego se le rinde culto y es el atractivo de ciertas “amistades” o personas de significado social y económico «ser benignos, nobles, humildes, mansos, tolerantes, empáticos, amables, misericordiosos », parece un acto de estupidez… Pero la clave de toda relación duradera es perdonar, balancear caracteres, sobrellevar cargas, soltar y abrazar, soltar y ceder, sostener cuando el otro cae o cuando ya no puede seguir solo de pie. Es volver de nuevo con otra mirada y otro impulso. Perdonar para sanar, sanar para seguir adelante y vivir para ver días mejores. Ceder es señal madurez, sabiduría y sensatez, los débiles no ceden, se quiebran.

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