Sepamos que la capacidad humana sin la guianza de Dios es semejante a un adolescente que sabe conducir un auto deportivo, pero desconoce que la velocidad sin inexperiencia es más que imprudencia, es muerte. En cierta ocasión Moisés le dice a Dios: “Si tu presencia no va conmigo, mejor me quedo…”.

Sin importar a donde te lleve la vida o donde el hombre crea que debes estar, o si aún no estás donde te lo mereces, la sabiduría Bíblica dice que por Dios son ordenados los pasos del hombre y que es Él quien aprueba su camino.

Por tanto entendamos que ir a donde Dios no nos llamó es una imprudencia, que Dios nos llame y quedarnos es una insensatez, pero ir sin Dios a cualquier lugar es una locura.

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