Hay quienes aprendieron la lección dando por sentado que “la opinión ajena no los define”. No obstante, saben que encontrarán por ahí gente, incluso cercana o amada, que se prestarán a descalificaciones en formato consejo, validando unas, descalificando otras, o en formato “mi experiencia”, “mi modo de ver”… son expertos en vaciar frustraciones y opiniones que nadie pidió, provocando inseguridades y aseverando su postura supuestamente dicha “con la mejor intención”. Basta ya, pamplinas, el infierno está lleno de bien intencionados. La descalificación intencional es perjudicial, desmoralizante y burda. Cuidado con lo que no edifica, porque generalmente descalifica, si no te suma pero te abruma, te resta. Si faltó a la verdad, hubo maldad; si no te vio como Dios te ve, ignora intencionalmente tu mejor faceta. Perdónale pero comparte esta receta.