No escapamos de la mirada de Dios, aún nuestro respirar, la sincronía de nuestro pulso con el suyo está absolutamente monitoreado, porque nos ama, nos cuida, nos cela, somos su palpitar. Nacimos para reflejar esa luz única que proviene de su corazón. Fuimos creados para que cielos y tierra tocaran la nobleza divina desde nuestro accionar, para que su corazón llegara a cada rincón del universo. Hizo su amor humilde, humano, niño. Cada uno viene perfecto a esta tierra, pero nos decodifican, nos sacan el chip de la inocencia y nos ponen el del bien y el mal para que demos frutos ácidos. Traemos su rostro a este mundo, su aroma, su ternura, su pureza. La cara de la integridad y la bendición a esta vida… Somos su referente.

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